Hace un poco más de dos meses que estoy viviendo en Uruguay, llegué justo cuando empezó el otoño y con él la cuarentena. Desde hace unas semanas ya hemos podido salir un poco, y una de las cosas que me ha encantado al recorrer la ruta interbalnearia hacia el este es la cantidad de puestos improvisados en los que venden hongos de pino y de eucaliptus que son recolectados en los bosques de la zona.
Los hongos siempre han despertado en mí una gran curiosidad, no son plantas, tampoco animales y hacen parte de un reino aparte (el Reino Fungi), junto con los mohos y las levaduras. Los hongos no poseen clorofila y, al igual que los animales, para alimentarse deben ingerir sustancias del medio en que viven.
Algunas especies son comestibles, otras pueden producir alucinaciones, y unas pocas son extremadamente tóxicas o letales..
Los hongos son ricos en proteínas y minerales como hierro, calcio, fósforo, potasio y vitaminas del complejo B, C y D. Son bajos en calorías, carbohidratos y grasas. Algunas especies tienen propiedades medicinales, con excelente capacidad de estimular el sistema inmunológico.
Mi experiencia cocinando hongos de pino siempre fue con hongos secos que compraba en las dietéticas, nunca tuve acceso a este tipo de hongos frescos. Así que me puse a experimentar con ellos y ver qué salía. Además de consumirlos asados al horno (quedan deliciosos con un poco de aceite de oliva y sal), me animé a hacer un paté de hongos para acompañar un rico pan de masa madre o alguna galleta de semillas.
Yo utilicé hongos de Pino Frescos en esta receta, pero tú puedes usar los que consigas.
Ingredientes
250g de Hongos de Pino Frescos
1 CebollaI redonda
1 Diente de ajo
1 ramita pequeña de Romero fresco
Aceite de oliva (cantidad necesaria)
Sal
Pimienta
1 chorrito de Licor de Butiá (o cualquier otro licor dulce que tengas)
Preparación
Limpiar con un paño seco los hongos. Cortar medio centímetro de la base del tallo y descartar esa parte.
Llevar al horno a 180°C con un chorrito de aceite de oliva y sal.Hornear por 10 minutos. Reservar.
Cortar las cebollas en julianas y picar el ajo.
Calentar un poco de aceite de oliva en una sartén. Saltear la cebolla con los ajos y un poco de sal y pimienta.
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