Comer es un acto político y revolucionario, todas las decisiones que tomamos a la hora de elegir nuestros alimentos tienen un impacto mucho más grande del que nos imaginamos. Ser vegano, vegetariano, flexivegetariano u omnívoro debe ser una elección consciente, de nada nos sirve ser veganos si desconocemos el origen y el proceso de producción de lo que comemos. ¿Acaso la huella de carbono que dejan los alimentos que viajan miles de km no es significativa?
En un mundo globalizado y en el que nos acostumbramos a tener todos los alimentos todo el año sin importar de donde vengan, es nuestro deber revisar nuestros hábitos y cambiarlos por el bien de nuestros cuerpos y de nuestro planeta.
Cuando dejé la publicidad hace más de 11 años y empecé el camino del alimento, jamás me imaginé que terminaría siendo vegana. Nunca comí demasiada carne y al entrar a trabajar en restaurantes y tener que manipular a diaro kilos y kilos de ella, algo hizo click en mi cabeza. Nos hemos acostumbrado a que otros hagan las cosas por nosotros, es muy fácil acercarnos a una nevera de un supermercado y tomar un trozo de carne de una bandeja, nunca nos hemos preguntado realmente qué hay detrás de esas elecciones que tomamos y cómo ellas están conectadas con un todo.
En este punto debo decir que la responsabilidad no es sólo de los que comen carne. Cualquier tipo de alimentación si no es consciente puede afectar el equilibrio del planeta.
Por ejemplo la Quinoa, este pseudo cereal que se cultiva en los Andes desde hace más de 7000 años y que pasó de ser totalmente desconocido a ser uno de los alimentos más buscados en los mercados internacionales por su alto contenido de proteínas, bajo porcentaje de grasas y su fácil digestión (al no contener gluten) Esta popularidad ha tenido un costo enorme para los habitantes de Perú y Bolivia especialmente, quienes dejaron de consumirla porque gran parte de la quinoa que se produce en esos países se destina para la exportación, además su alto precio los ha obligado a cambiar la quinoa otros cereales de menor contenido nutricional y por comida chatarra importada que es mucho más barata, generando problemas nutricionales en la vida de estas personas.
Por el bien nuestro y por el bien del planeta debemos ser consumidores informados, con conciencia social, conocer el origen de nuestros alimentos y sus métodos de producción, elegir alimentos ecológicos y respetuosos con el medio ambiente.
Recuerda, tu dieta también debe ser sostenible.
RECETA MEDALLÓN DE FRIJOL ROJO Y QUINOA
INGREDIENTES:
300 gr de fríjol rojo (puedes usar lentejas, fríjol caraota, etc)
200 gr de Quinoa orgánica o agroecológica de producción local
1 cebolla blanca grande
1 pimentón rojo grande
2 dientes de ajo
1 cucharada de semillas de coriandro molidas
1 cucharadita de pimentón dulce ahumado o cualquier otra especia ahumada
Aceite de coco
Sal/ Pimienta
PREPARACIÓN
Dejar en remojo desde la noche anterior los fríjoles y la quinoa en agua filtrada.
Desechar el agua del remojo de los fríjoles y cocinar con agua que los cubra hasta que estén blandos.
Cocinar la quinoa a punto
Picar la cebolla, el ajo y el pimientón.
En una sartén calentar un poco de aceite de coco y sofreir la cebolla con el ajo y el pimentón con un poco de sal
Procesar en un robot de cocina la quinoa con el frijol hasta hasta que la mezcla se aglutine, no es necesario que el frijol quede completamente procesado, si quedan algunos pedazos pequeños está bien, le da una textura interesante a la preparación.
Poner la mezcla en un bowl y agregar el saltedo de cebolla, ajo, pimentón. Mezclar bien y agregar sal y condimentos. Dejar enfriar un poco la mezcla. Armar los medallones sobre una placa engrasada. Llevar alcongelador.
Calentar una sartén de hierro o una plancha, engrasar un poco con aceite de coco, poner el medallón congelado hasta que forme una costra, dar la vuelta.
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